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El velo islámico no es más que el paratexto-símbolo (la vestimenta) del texto-sujeto que no se quiere traducir (la persona). Al no plantearse la traducción del Otro, no puede haber jamás ni lectura del símbolo ni, mucho menos, interpretación del mismo. Sin traducción, la mediación transcultural se convierte en una auténtica utopía y el famoso Diálogo de Civilizaciones se queda en papel mojado. Porque no existe una clara voluntad de reconocimiento del Otro en su diferencia, la estupidez reinante sigue empecinándose en querer confundir símbolo religioso con «moda vestimentaria integrista» para-traducir una islamofobia permanente que se está extendiendo como la pólvora por toda Europa hasta llegar a Arteixo (A Coruña). El caso de «la niña del velo», que es como se ha llegado a llamar en algún que otro periódico de Galicia a la menor que no quiere quitarse el velo islámico en el aula, está reavivando un debate que merece mucha mayor atención por parte de quienes nos dedicamos a traducir e interpretar entre culturas.